martes, 14 de diciembre de 2010

Fin de la primera parte.

Esto se acaba de momento. Sólo van a ser unas semanas separados, lejos de Dijon, pero todos vamos a echar de menos algo de lo que hemos vivido aquí en estos tres primeros meses, que no ha sido poco...

Grandes amigos, fiestas, nuevas comidas , "¡Viva, viva!", Besançon, botellones bajo cero, "¡Tomaaa!", nocilla, clases, lloros, Lyon, crepes, "axoo", nieve, "¡Dime que pare!", París, carros del Intermarché, "¿Qué quéee? ¿Cóoomo?", muchas risas, La Chouette, pitilingorri, Interlaken, películas, paté, resacas...

... y muchas más cosas que se me olvidan o que no se pueden explicar con palabras, ni siquiera con estas fotos que he elegido y que son las que a mí más me gustan...

¿Quién más se anima a poner las fotos que más le gusten de estos tres meses?

Dijon vous aime, mais moi plus.



domingo, 5 de diciembre de 2010

Noche perroflauta

Por fin hemos encontrado un lugar donde podemos escondernos de los estruendos de las discotecas, los chumba chumba y las camisas. Por fin hemos encontrado un lugar donde se puede hablar, bailar buena música y beber (¡beber!).
¿A cuántas personas se les puede dar el número de teléfono una noche? Seguro que volvemos.

PD: Como Carlos estaba en París no tenemos reportaje fotográfico de este rinconcito de Dijon.

jueves, 2 de diciembre de 2010


Te voy a explicar la clase de luces que existen. La gran mayoría para iluminar, pero luego hay otro grupo que trabajan para entretener la pupila del observador, otro para advertir fatalidades, luego, el grupo que ves a la izquierda sirve para calentar, hay una que está más pegada al final, esa que aún no vemos, esa será la última que reconozcamos detrás de la espesa oscuridad que dejemos a nuestra espalda un día, espero, lejano.

Mientras tanto, observa las que tienes en la imagen: son finos rayos de luz que pasan horizontalmente a lo largo de esta calle. Son luciérnagas que hacen cola para comprar el pan.

Aún así, cuenta la leyenda que fueron creadas por un grupo de jóvenes estudiantes afincados en un lugar llamado Dijon. Estos, durante su estancia, intentaron dilatar lo máximo posible el tiempo. Al estirarlo tanto, el espacio se expandió y todas las luces de la ciudad centellaron perdidas por el lugar.

Rara es la ocasión de ver uno de esos huidizos rayos; se dice que si miras y sonríes a uno de estos jóvenes, existe una gran posibilidad de que uno se cruce relampagueante, capaz de crear la sensación extensible del tiempo.

Conversaciones extrañas V

Hace ya un tiempo, cuando fuimos a la excursión a Besançon, por la noche hubo una fiesta de Halloween, a la que yo iba vestida con una bata y una mascarilla, se acercó un muchacho y mantuve con él esta conversación:

Muchacho: Je suis malade
Maribel: Je suis Maribel
Muchacho: No, no, je suis malade
Maribel: oui, oui, je suis Maribel
Muchacho: Je suis malade (y se pone a toser somo si estuviese enfermo)
Maribel: ¡Anda, malade! (en francés: enfermo)